2010/11/11

Las tragedias ambientales


 

Las tragedias ambientales. 

 

Es imperioso pensar que se deben extremar las medidas preventivas, hasta tanto se puedan mitigar los efectos de la falta de planificación.  Fernando A. Cámara (Secretario de Ambiente de la Municipalidad de Córdoba)

Las externalidades ambientales son sólo una clase particular de externalidades o efectos externos. No son más importantes que cualquier otro tipo de externalidad económica. Sin embargo, muchas veces se argumenta que el mayor obstáculo para incorporar estas externalidades ambientales al análisis económico de políticas públicas o decisiones privadas tiene que ver con su dificultad para ser valoradas monetariamente.

Es complejo contabilizar los costos de decisiones ambientales equivocadas, como el aumento de morbilidad y mortalidad resultado de la contaminación atmosférica, inundaciones por prevención inadecuada, etcétera.

Cada día, con mayor frecuencia, estamos acostumbrándonos a ver el crecimiento de accidentes en rutas y autopistas debidos a causas o fenómenos climáticos. Y esos fenómenos son fruto, al parecer, nada más que de la fatalidad.

Sería al menos inmoral imaginar que, por desgracia, por malas maniobras o por causa del destino, esas muertes no podrían haberse evitado. Los cordobeses estamos empezando a padecer las consecuencias de desmanejos ambientales de las últimas décadas, en las que no existió una política de control del desmonte, reforestación y uso de cortinas forestales al costado de las rutas o nuevas autopistas.

Mal manejo de la producción. Es lamentable ver crecer el número de muertos en rutas por la falta de protección vegetal, por mal manejo de los sistemas productivos ( pools de siembra, falta de rotación de especies, monocultivos, sojización); falta de planificación a mediano plazo en la generación de nuevas vías de comunicación como son las autopistas, en las que sólo parece que se han tenido en cuenta los costos asociados a su funcionamiento (materiales, expropiaciones, tiempo de obra, peajes, mantenimiento), sin considerar en ningún momento la mitigación del impacto ambiental y, por qué no, también su remediación.

Las banquinas de las rutas o autopistas están sembradas de soja, donde ningún poder de control del Estado ha accionado de manera correcta. Si al comenzar los trabajos de las carreteras se hubieran planificado las cortinas forestales, si en la compensación del costo de expropiación se hubieran adicionado estímulos económicos a los productores que conserven montes naturales o, al menos, se hubieran tomado las medidas preventivas para evitar las voladuras de los campos, no deberíamos estar contando día a día más muertos por fatalidad o causas ambientales.

En la política ambiental de los últimos años, no se pensó en planificar las acciones públicas sin considerar las externalidades ambientales. Sin embargo, es necesario considerar que cualquier acción que se tome de manera inmediata (al haber fallado la planificación) va a demorar en producir sus efectos, ello principalmente debido a que siempre se trabaja con sistemas biológicos (no máquinas), que tienen sus tiempos naturales de desarrollo.

Resulta imperioso pensar que se deben extremar las medidas preventivas hasta tanto se puedan mitigar los efectos de la falta de planificación. Si no, deberemos seguir contando muertes directas por accidentes, incremento de enfermedades de tipo respiratorias por incremento de material particulado, incrementos de temperaturas y consiguiente consumo de agua.

Elementos que, como mencionábamos al comienzo, son difíciles de cuantificar en términos económicos, pero sin duda son fáciles de cuantificar en términos afectivos, sobre todo cuando se trata de la muerte o la vida.

Fuente: Diario La Voz del Interior.  5 de Noviembre de 2010.  Ver fuente: http://www.lavoz.com.ar/opinion/las-tragedias-%EF%BF%BDambientales

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