El contrabajista cordobés Gustavo Lorenzatti llama la atención. Sus modos expresivos y su talento impregnan los múltiples (y diversos) proyectos en los que participa. Y está su estampa zen, con un fulgor sexy que trasciende el corsé del jazz rock o la música académica. Cualquier cordobés promedio interesado en música "lo tiene" a Gustavo Lorenzatti.
Pero a días de estrenar un disco de contrabajo solo, ha ido demasiado lejos. Lorenzatti, de 46 años, cambió su Fiat Uno por un coche fúnebre para extremar los cuidados de su instrumento. "Lo compré para no llamar la atención", dice.
–¿Para no llamar la atención?
–Los instrumentos son nuestro capital, tienen valor sentimental y económico. Y si te chocan el auto, chau. En el auto fúnebre, mi contrabajo está protegido. Tengo un contrabajo italiano de 1700. Se lo compré a un amigo y tuve que restaurarlo. Lo veo de la siguiente manera: más que coche fúnebre, éste es un transporte de caudales.
–¿Cómo siguió tu formación?
–En San Francisco, Estados Unidos. Allá fui a estudiar jazz en guitarra, pero el marido de mi profesora tocaba el contrabajo y me volví a enganchar. Ya como contrabajista, después de volver al país por Malvinas (se decía que si no entraba ahí, no entraba más), me salvé de la colimba y me fui a Holanda, para estudiar en el conservatorio de Rotterdam con el solista de la Filarmónica, Hans Roelofsen. Estudié con él durante seis años. Y me largué. Y ya llevo 15 años produciendo cosas en Córdoba.
Las producciones de Lorenzatti más relevantes en ese tiempo fueron el grupo free & fusión Golpe de Calor y el fascinante trío Los desatanudos, entre el rock progresivo y cierta pretensión de raíz. Pero él también destaca otros aciertos: "Formé un dúo con el trombonista Pablo Fenoglio, y otro con Santiago Bartolomé, que toca la trompeta y el flugerhorn".
El carácter proactivo de Lorenzatti se conoce fronteras afuera. Lo prueba el hecho de que todo visitante con necesidad de respaldo acude a él. Sobre qué necesita un proyecto para tenerlo como colaborador, Lorenzatti dice: "Mi política es simple, si el nivel del músico es bueno, me prendo. Una de mis preocupaciones es exigir al contrabajo en recursos. Así empecé a componer desde el contrabajo. Y así llegué a grabar un disco de contrabajo solo. Se llamará Buenas nuevas y tendrá dos temas con Fenoglio, y otros tantos con José Franco en percusiones. Y yo mismo uso dos contrabajos como instrumentos de percusión. Creo que será un disco original".
Hay muchas puertas de acceso al contrabajo. Están quienes se copan con el rockabilly, también los autodidactas que tocan en las típicas orquestas pueblerinas y está el jazzista, que se integra a un trío que se completa con piano y batería. Lorenzatti se asume un mix de todas esas motivaciones: "Empecé con folklore y tango. Y en Holanda toqué música electrónica, contemporánea; vivía al lado del Pink House, un club de jazz alucinante en el que me vi todo".
"Y trabajé con compositores de todo tipo. Me gusta trabajar con gente que crea su música porque sólo así aprendés de recursos, de posibilidades. Me siento una resultante de todos los contrabajistas que vi en vivo o escuché (Dave Holland, John Carter, Charlie Haden), y también del hacer y deshacer", cierra Lorenzatti, mientras guarda su instrumento "ahí", sin que le cause impresión.
Nota: Germán Arrascaeta – La Voz del Interior
No hay comentarios:
Publicar un comentario